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Empleadas domésticas: riesgos más allá del virus

2 de julio

No pasa un día, ni siquiera en medio de la reactivación económica, en el que Claribed Palacios no reciba audios, llamadas o mensajes en los que le cuentan sobre la situación de su gremio, el de las empleadas domésticas, y casi siempre son malas noticias: despidos, denuncias por tratos indignos o, debido a la pandemia, que los empleadores no quieren entregar elementos de protección para que ellas puedan hacer sus labores sin exponer su salud. Palacios es presidenta de la Unión de Trabajadoras Afro del Servicio Doméstico, un sindicato que nació en Medellín y funciona desde 2013.

Desde esta organización y junto a otras 15, entre las que está la Escuela Nacional Sindical, se llevó a cabo un estudio que concluyó que nueve de cada 10 trabajadoras perdieron su empleo debido al aislamiento que se implementó para hacer frente a la crisis de la covid-19.

Eso quiere decir que, si tomamos en cuenta que en la plataforma Medellín me cuida - Empresas hay 51.195 personas registradas como trabajadoras domésticas en el Valle de Aburrá, al menos 46.075 de ellas no tendrían una fuente fija de ingresos.

Claro, teniendo en cuenta que estos son los datos que reporta la Alcaldía de Medellín, pero en un sector tan informal siempre existe subregistro. Golpe de realidad Una vez superado el problema de estar encerrada en casa sin poder trabajar, Lorena recuperó desde junio el empleo en tres de los seis hogares a los que iba antes de que detonara la pandemia. Aún así, no tiene idea de cómo inscribirse en la página web y sus empleadores tampoco le han ayudado. Lo que hace es salir cada vez que tiene pico y cédula, usa una ropa específica para exteriores que se cambia al llegar a su casa y a donde va a trabajar, y siempre lleva sus guantes y un tapabocas.

A Nancy, uno de sus jefes sí la inscribió en Medellín me cuida, pero no tiene mayor idea de los protocolos de los que hablan en las noticias para su gremio. A ella lo que le preocupa es que solo la llamaron de dos apartamentos para reiniciar labores, y con eso no llega ni a la mitad de lo que solía ganar a fin de mes.

Palacios mencionó que estos casos son muestra de que una cosa es lo ideal y otra la realidad. “Esas plataformas son fructíferas si todos tuvieran los mismos conocimientos, pero no funcionan cuando no hay voluntad ni de los empleadores para ayudar con esto. Muchas trabajadoras tienen niveles de escolaridad básicos y no se logran registrar”.

Por otro lado, agregó, el tema de los protocolos debería tener más difusión por parte de las autoridades, pues de nada sirve que existan si no les llegan a quienes deberían impactar. Sandra Muñoz, abogada que asesora laboralmente en el Centro de Solidaridad, agregó que otro problema que enfrentan las empleadas domésticas es que como la mayoría trabaja por días, los contratos suelen ser verbales y los empleadores creen que se trata de acuerdos informales que pueden pasarse por alto. Eso ocasiona, subrayó, que 68 % de las trabajadoras no puedan acceder a seguridad social.

“Cuando están laborando en varias casas, ellas pueden exigir a quienes las contratan que se junten para que se les pague todas las prestaciones legales”. La abogada indicó también que del 10 % de quienes conservaron el empleo aún en medio de la pandemia, a la mitad los empledores no les entregan elementos de protección personal para blindarse del virus.

 

Tratos inhumanos

EL COLOMBIANO recibió esta semana una denuncia sobre una situación que se estaría presentando en una unidad de Envigado. Según el testimonio de una persona que prefirió reservar su identidad, algunos vecinos tendrían internadas contra su voluntad a varias empleadas domésticas, con la amenaza de que si no aceptaban esa condición perdían el trabajo.

“Llevan meses encerradas, sin posibilidad de visitar a sus familiares. Yo no busco dar nombres, pero sí quiero lanzar una alerta para que las autoridades hagan presencia y no permitan que esto siga ocurriendo”, manifestó. Palacios rechazó la situación y dijo que estos casos ya se han visto en otras ciudades y no son ajenos.

“Es como si el virus estuviera sirviendo de excusa para justificar tratos inhumanos, llegando al punto de esclavizar a algunas trabajadoras”, dijo. Estos casos, explicó Muñoz, son ilegales y pueden ocasionar consecuencias jurídicas, pues se están cambiando las condiciones de trabajo sin que exista mutuo acuerdo.

Por otro lado, señaló, aunque el Código del Trabajo ya contempla para las empleadas domésticas jornadas diarias de 10 horas, “algo que se debe demandar porque lo normal son ocho horas para el resto de trabajadores”, esta extensión de la jornada es inaceptable.

El virus, concluyó Palacios, no ha hecho sino agravar más las precarias condiciones que ya tenía el sector del servicio doméstico.

 

Protocolo sugerido para el sector

La organización Hablemos de Empleadas Domésticas compartió una guía de medidas para que las trabajadoras puedan laborar en medio de la pandemia. Al llegar al sitio del empleo recomienda:

  1. Dejar los zapatos afuera de la casa o apartamento
  2. Mantener la distancia social
  3. Tomar la temperatura con un termómetro solo para la trabajadora
  4. Reportar a la ARL si es superior a 37.5°
  5. Bañarse antes de comenzar las labores
  6. Cambiarse el vestuario externo por uniforme completo
  7. Conservar la ropa de calle en una bolsa cerrada
  8. Lavarse las manos frecuentemente

 

Fuente: Diego Zambrano Benavides, El Colombiano.